domingo, diciembre 30, 2007

Arica

Días antes de la navidad arribé a mi ciudad para pasar las fiestas.

Sol, desierto, cielos limpios... mar, Pacífico, gaviotas... valles, paseos, aceitunas.


No basta con decir que tenemos diez mil años de historia, cuando una huella quedó plasmada en el desierto y hoy la observamos desde la ciencia y nuestra humana curiosidad de conocer al que pasó antes, a la que anduvo por las noches que ya fueron. Tampoco basta el tejido de las manos morenas en la extensión de nuestra piel por el fruto de una llama que corre flameando por el altiplano. Y es que en el vértigo de este espacio de mi tierra seca y florecida, me detengo por un momento a observarla, a sentirla y recuperarla en el paso rápido de un año que se va, como me alejé yo cuando comenzaba.

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