miércoles, abril 27, 2011

Las heridas del viento



¿Cuándo es el mejor momento para conocer a tu padre?
no sé la respuesta, pero una de las preguntas anclas que guían el rumbo de la obra de teatro "Las heridas del viento".
Hace unos días me senté en el teatro para verla. Un montaje íntimo. Demasiado. Y el descubrimiento del padre y sus secretos cuando éste había muerto. El recuerdo de la rigidez y la posibilidad de un amor fuera de casa, pero de un amor distinto, un amor homosexual, se transforman en las puntadas de cada escena compartidas entre dos personajes que en esta búsqueda de respuestas comienzan a conocerse.

Luis Gnecco y Paulo Brunetti en los papeles, de estos personajes humanos donde los prejuicios se apoderan de las primeras impresiones y los nerviosismos propios de la unión de estos mundos entre lo homo y lo hetero. Dos personajes y la distancia unidas por unas cartas de amor guardadas con un especial celo, por un mismo hombre, padre y amante, para la introspección de la vida de ambos y de quienes estábamos en las sillas observando.

Un texto de Juan Carlos Rubio que camina por las fibras finas de la relación entre el padre y el hijo, ya sea en la obra, ya sea en mi vida, donde el común juicio que pesa sobre las expectativas y la deuda de la crianza se ponen en la mesa para abordarse desde el amor y la comprensión.

Las heridas del viento, dirigida en Chile por Oscar Barney Finn, es un buen montaje, de los que me dejan con varias emociones al salir de la sala.