viernes, febrero 24, 2006

Se Detuvo

Si el tiempo me dijera "detente un rato, que yo me detendré contigo", me sentaría en una cuneta de la esquina y obsevaría cómo el resto de la gente camina y los vehículos se mueven. Yo con mis manos en la nuca, de seguro preferiría solo contemplar el cielo.

Y es que por momentos me siento viviendo lo mismo cada día; oficios, olores, rutinas y sabores similares de esta vida siguiendo micros y capeando soles, tecleando códigos y leyendo rayas.

Pero el tiempo me habló, se sentó a mi lado y se detuvo... yo escribí en mi blog.

viernes, febrero 03, 2006

Reviviendo, Recordando

"Una de mis entretenciones favoritas en las tardes de invierno
era escribir palabras sobre el vaho depositado en los vidrios.
Letras grandes que recuperaban la limpieza de los cristales
y a través de las cuales observaba la calle,
las casas de los vecinos, el ir y venir de la gente".
Ramón Díaz Eterovic -
Mi Padre Peinaba a lo Gardel



Hoy día amaneció muy nublado. Anoche cayó una lluvia que dejó la calle húmeda, los cerros oscuros y en mi cabeza el recuerdo de un libro de Ramón Díaz Eterovic. "Correr tras el viento" es el nombre, genial novela, genial título, y que fue arrastrada desde el sur hasta mis manos cuando finalizaba mis años de universidad en Antofagasta.

Solo el título de esta novela me transporta en el recuerdo de mi vida en la capital y de mis viajes al sur, de la neblina matinal y el arcoiris del mediodía. Y es que Díaz Eterovic sabe tejer entre sus letras la lana húmeda de la mañana después de la lluvia y las hebras que se mueven con las brisas de la tarde.

Aprovecho ahora de conversarlo para los que lo siguen y de recomendarlo para lo que recién lo conocen.

Yo lo descubrí frente a un pc y en su cuento, uno de los mejores que he leído, "Mi padre peinaba a lo Gardel" y mientras escribo este post vuelvo a leer estas letras. Pero esta vez con otros ojos, con otro cuerpo, no con el de la universidad y mi vida de estudiante, sino con el de mi vida en el trabajo y el recuerdo del último abrazo que le di a mi papá, cuando partí a otros lares, en un terminal de buses, junto a toda mi familia, y en el último y definitivo abrazo. Vuelvo a leer este cuento, en una pantalla y no en el papel como estoy acostumbrado; vuelvo y lo leo sin poder evitar los recuerdos y reparar en cada letra y en la construcción de la melancolía de mi papá que le gustaba el tango, la política y la familia. Entonces se me despierta el recuerdo de la protesta contra Estados Unidos y la invasión a Irak en la calle tomados de la mano. Y así las construcciones de mi vida, de lo que queda y lo fue y el caminar siempre observando hacia adelante.

En fin, el cuento me mueve y remueve en los recuerdos, sentimiento, sensaciones y olores. En fin, vuelvo y lo recomiendo. Simplemente me agradó demasiado volver a leerlo.

Aquí está "Mi padre peinaba a lo Gardel"