Los besos no se censuran
El otoño está más frío que de costumbre en el norte. Ya el mar está dejando caer sobre la ciudad su aliento blanco, que cubre las calles de esa frágil niebla que pone difusa las amarillas luces de las noches y de las avenidas. Yo en mi casa; hoy domingo y hace poco terminé de ver "Cinema Paradiso". Ya la había visto cuando era niño y recuerdo que terminé triste después de verla. Recordaba su música (hermosa), algunos personajes y varios pasajes de esta cinta, por eso y porque es una gran cinta, es que era necesario volver a verla. Y aquí estoy, quizás con el mismo sentimiento que cuando era un niño. Con esa nostalgia extraña de la historia de otros, en un pueblo lejano, en una época anterior y que yo solo observo desde una ventana, pero que me atrapa en la simpleza de la cotidianeidad universal de nuestra vida común, de amores, familia e historia.
Toto, Alfredo, el cine, el loco, el pueblo, la gente, la calle, el cura... la madre, el castigo, la guerra, la pena, el fuego, la pantalla... Chaplin, las risas, la inocencia, el pecado, la vida, el pueblo... yo sentado junto a mi mamá compartiendo una tarde y un domingo.
La película volando por un muro que se proyecta a través de la ventana en una plaza, para conseguir la magia de un momento conmovedor, donde sin duda yo también fui un protagonista. La secuencia de imágenes irradiadas desde la solidaridad cómplice de un niño y de un viejo que en la soledad de un cuarto observan como otros escriben una historia nueva solo con una sonrisa.
Solitarios siempre, pero siempre con compañía. El racconto constante en búsqueda de la raíz que duele porque es profunda, porque es tan propia como el origen del amor por la vida y que por lo mismo da temor a enfrentar.
Tras las cortinas la tarde que se hace noche y un viento que enfría lo que queda de jornada en estos días de otoño. Yo en mi casa, en silencio viviendo esta creación que hasta ahora me emociona. El cine y el paraíso son los protagonistas y yo solo un invitado. Apago las luces y comienza a rodar la vida, que se proyecta sobre nuestras almas el Cinema Paradiso.