Arde la Bandera... Goran Bregovic en Chile
La Bandera por años fue una de las poblaciones que se reveló contra la dictadura en Chile ardiendo en las protestas, el fuego y la muerte. La visita del entonces Papa a nuestro país, su conversación con los pobladores y pobladoras, la taza de té, el pan amasado y la denuncia valerosa de quienes alzaron la voz, marcan en mi memoria los recuerdos de esta población, símbolo de mi país que por momentos camina dos pasos mas atrás del desarrollo.
Pero este sábado fue distinto. La Bandera nuevamente ardió, pero no por las llamas de las balas de la eterna muerte, sino por la música del eterno viaje de los sones del otro continente que se instaló en mi tierra, que se hizo sábado y que se hizo ocaso para comenzar una fiesta donde miles de miles danzamos, apludimos, gritamos y sentimos el abrazo solidario del canto colectivo.
Goran Bregovic en el escenario, su banda, la orquesta de Santiago (gracias Albert por avisarme y excelente en el violín durante el show), el coro y los instrumentos, para que por mas de dos horas y medias se prendiera La Bandera, en un canto único de saltos entre jóvenes y dueñas de casas, entre obreros e intelectuales que compartiendo un mismo parque, nos embriagamos de los sones de estas notas universales.
Por más dos horas fuimos todos gitanos y gitanas, fuimos bosnios, fuimos mundo, fuimos boda y funeral y así fuimos siendo mil, miles, diez miles, veinte miles y más los que llegamos en metro, los que nos fuimos en micro, los que nos asomamos por la ventana, los que dejamos de jugar en el patio, los que paramos la pichanga, los que salimos de la peluquería, los que tomamos once, los que compramos una cerverza, los que nos reunimos en el parque de la población, en San Ramón, en La Bandera e hicimos que enero ardiera, que ardiera y que volviera arder, para decir ahora en mi blog "yo estuve ahí" cuando La Bandera volvio a arder en un atardecer del sábado.
Pero este sábado fue distinto. La Bandera nuevamente ardió, pero no por las llamas de las balas de la eterna muerte, sino por la música del eterno viaje de los sones del otro continente que se instaló en mi tierra, que se hizo sábado y que se hizo ocaso para comenzar una fiesta donde miles de miles danzamos, apludimos, gritamos y sentimos el abrazo solidario del canto colectivo.
Goran Bregovic en el escenario, su banda, la orquesta de Santiago (gracias Albert por avisarme y excelente en el violín durante el show), el coro y los instrumentos, para que por mas de dos horas y medias se prendiera La Bandera, en un canto único de saltos entre jóvenes y dueñas de casas, entre obreros e intelectuales que compartiendo un mismo parque, nos embriagamos de los sones de estas notas universales.
Por más dos horas fuimos todos gitanos y gitanas, fuimos bosnios, fuimos mundo, fuimos boda y funeral y así fuimos siendo mil, miles, diez miles, veinte miles y más los que llegamos en metro, los que nos fuimos en micro, los que nos asomamos por la ventana, los que dejamos de jugar en el patio, los que paramos la pichanga, los que salimos de la peluquería, los que tomamos once, los que compramos una cerverza, los que nos reunimos en el parque de la población, en San Ramón, en La Bandera e hicimos que enero ardiera, que ardiera y que volviera arder, para decir ahora en mi blog "yo estuve ahí" cuando La Bandera volvio a arder en un atardecer del sábado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario