Arica hasta morir
Arica es la última ciudad en sumarse al mapa chileno, pero no por eso es una ciudad joven. Acostumbrados a celebrar cada 7 de junio otro aniversario más, oímos en los discursos de las autoridades- muchos de ellos orgullosos ariqueños- simplificar su historia a un poco más de 120 años, dejando atrás toda la riqueza milenaria que ha construido piedra a piedra la hermosa cultura en la que hoy vivimos.
Pero será acaso que esta tierra fue digna de llamarse ciudad al momento de ser chilena o solo es una percepción semántica que elaboran mis neuronas al oír los discursos que abundan cada semana ariqueña…Prefiero no jugármela por ninguna de las dos alternativas, para qué si ya no es importante, pues lo que realmente considero necesario es hacer una introspección a todo lo que nos ha forjado y entender que nuestra historia no empieza en 1880, sino que se remonta a miles de años; años que exigen ser reconocidos y asumidos como parte de nuestra identidad, de nuestro discurso y de la cotidianidad de la vida, para que no sólo se remitan a permanecer escondidos tras la vitrina un museo que también lucha por ser reconocido.
Pero será acaso que esta tierra fue digna de llamarse ciudad al momento de ser chilena o solo es una percepción semántica que elaboran mis neuronas al oír los discursos que abundan cada semana ariqueña…Prefiero no jugármela por ninguna de las dos alternativas, para qué si ya no es importante, pues lo que realmente considero necesario es hacer una introspección a todo lo que nos ha forjado y entender que nuestra historia no empieza en 1880, sino que se remonta a miles de años; años que exigen ser reconocidos y asumidos como parte de nuestra identidad, de nuestro discurso y de la cotidianidad de la vida, para que no sólo se remitan a permanecer escondidos tras la vitrina un museo que también lucha por ser reconocido.
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