domingo, octubre 21, 2012

Frankenweenie: Debes ver el original antes de ir al cine

Ya está en los cines la nueva película de Tim Burton, Frankenweenie. Nueva en su versión animada, pero se trata de uno de los clásicos de culto del cineasta estadounidense. Quienes aun no han visto la historia de este niño y su perro resucitado, les recomiendo vean la versión original del año 1984, un corto de 25 minutos, memorable en su estética y satirización de las situaciones que debe enfrentar una mascota incomprendida por la sociedad.

Es la mano de Tim Burton que se extraña, de ese juego onírico y el andar permanente por el borde, lo que hace de Frankenweenie, un clásico imperdible. El tétrico cementerio de perros y el juego de picados y contraluces para una producción en blanco y negro, juegan con el cine de sus inicios guiñando el ojo a Nosferatus o a El Gabinete del Doctor Caligari, como bien Burton sabe hacerlo.


De paso, el darse media hora para ver esta historia, nos invita a recordar el cine de las décadas pasadas, al ver en pantalla a Shelley Duvall (la del Resplandor), Daniel Stern y Baret Oliver a quien seguimos en la Historia Sin Fin (ojo que también aparece un pequeña Sofía Copola). Es justo y necesario ver esta película.

Ahora sobre la nueva película, aun no la he visto, así que por ahora me guardo los comentarios.


Acá esta el corto, disponible en san Youtube.




miércoles, octubre 17, 2012

El vendedor de sueños

A veces es mejor cerrar los ojos y creer que lo que soñamos es posible.

Simple, sencillo, dejó acá este cortometraje argentino. 




miércoles, noviembre 16, 2011

Al pie desde su niño

Me detengo en Neruda, en este hermoso poema.


El pie del niño aún no sabe que es pie,
y quiere ser mariposa o manzana.

Pero luego los vidrios y las piedras,
las calles, las escaleras,
y los caminos de la tierra dura
van enseñando al pie que no puede volar,
que no puede ser fruto redondo en una rama.
El pie del niño entonces
fue derrotado, cayó
en la batalla,
fue prisionero,
condenado a vivir en un zapato.

Poco a poco sin luz
fue conociendo el mundo a su manera,
sin conocer el otro pie, encerrado,
explorando la vida como un ciego.

Aquellas suaves uñas
de cuarzo, de racimo,
se endurecieron, se mudaron
en opaca substancia, en cuerno duro,
y los pequeños pétalos del niño
se aplastaron, se desequilibraron,
tomaron formas de reptil sin ojos,
cabezas triangulares de gusano.
Y luego encallecieron,
se cubrieron
con mínimos volcanes de la muerte,
inaceptables endurecimientos.

Pero este ciego anduvo
sin tregua, sin parar
hora tras hora,
el pie y el otro pie,
ahora de hombre
o de mujer,
arriba,
abajo,
por los campos, las minas,
los almacenes y los ministerios,
atrás,
afuera, adentro,
adelante,
este pie trabajó con su zapato,
apenas tuvo tiempo
de estar desnudo en el amor o el sueño,
caminó, caminaron
hasta que el hombre entero se detuvo.

Y entonces a la tierra
bajó y no supo nada,
porque allí todo y todo estaba oscuro,
no supo que había dejado de ser pie,
si lo enterraban para que volara
o para que pudiera
ser manzana.

viernes, octubre 28, 2011

Cuando la calle está oscura

Qué pasa cuando la calle la están arreglando, sacan tres postes de luz y cae la noche.


Pasa que la calle se vuelve oscura, que prefiero evitar cruzarla.
Pasa que el lobo abre su boca y la vereda de enfrente se vuelve mas concurrida.
Pasa y pasan mas de un perro que le brillan los ojos, que los llamo, vienen y que los ojos ya no le brillan, pero me mueven la cola.
Pasa que la calle oscura es distinta a las otras calles, por eso todos la conocen y creen que guarda un secreto. Pasa que la calle dejó de ser anónima.

jueves, octubre 27, 2011

Repasando a Gelman


Ya por allá, un domingo de febrero de 2008 escribí un poema de Juan Gelman en mi blog. Hoy nuevamente este argentino, poeta y periodista me obliga en su texto a compartirlo, a tomar uno de sus poemas y ponerlo en este espacio para que quien transite por acá, descanse su espítiru en el arte de Gelman.


Mi Buenos Aires querido

Sentado al borde de una silla desfondada,
mareado, enfermo, casi vivo,
escribo versos previamente llorados
por la ciudad donde nací.

Hay que atraparlos, también aquí
nacieron hijos dulces míos
que entre tanto castigo te endulzan bellamente.
Hay que aprender a resistir.

Ni a irse ni a quedarse,
a resistir,
aunque es seguro
que habrá más penas y olvido.

domingo, junio 19, 2011

Shi gan (Time) del amor, la demencia y los sin rostros



El cine coreano en una gran cinta, Shi Gan (Time como llegó a este lado del mundo) es una de esas películas que nos muestran la buena factura del cine oriental.

Me pasó que cuando la vi comencé a entrar en un juego extraño de dos personajes. Una pareja donde el celo de ella y la desmedida paciencia de él comienzan a pasar la cuenta más allá de lo que podemos imaginar. No se trata de una historia y la crisis provocada por una celópata, ni el constante desgaste de las peleas o el sexo que nace a la fuerza. La historia va más allá y el amor se hace enfermizo y dañino cuando ella desaparece en una mañana, para gatillar una de las acciones más radicales que puede enfrentar un ser humano, que es cambiar completamente de rostro.

Así es, Seh-hee (ella) opta por una nueva identidad tras sentirse perseguida por el peso de que su novio Ji-woo, se aburra de verla siempre a ella, tan igual como siempre. Basta esta decisión para que la cinta entre en un ambiente de demencia, de un laberinto por momentos agobiantes de personajes protagonistas que se confunden con la masa, donde cualquiera puede ser ese otro que se busca.

Shin gan una cinta de las buenas. Del año 2006 recién la veo por estos lados. Recomendada.




domingo, mayo 15, 2011

Contracciones empresariales preocupadas por el bienestar de sus trabajadores



Aprovechando el día nacional del Teatro, fui al Puente a ver Contracciones de Mike Barlett. Una noche de viernes más, pero que después de ver la obra me dejó un tanto golpeado.

En el escenario dos mujeres.


Una tras un escritorio, de rostro inexpresivo, sentada, bien peinada, con la pierna cruzada sin moverla en ningún momento.


La otra, una mujer de rostro radiante, de pie, bien peinada, caminando lo justo hasta su silla.


Una la jefa, la otra la empleada.


Ambas en una reunión de trabajo donde la jefa comienza con un sutil recordatorio sobre las clausulas de la compañía y la prohibición de mantener cualquier tipo de relación "romántica y sexual" entre los trabajadores de ésta. Recordatorio que en las siguientes reuniones entre ambas (27 en total), se transforma en un interrogatorio, un agobiante diálogo que me transportó de la comedia inicial, a una atmósfera kafkiana asfixiante y de angustia permanente, casi absurda, doliente y con más de un ribete de realidad.



Emma. Pasa. Hola. Asiento
... las palabras repetidas 27 veces en menos de una hora. Las palabras para cada una de las escenas que comienzan en la rutina de un compañía más, hasta transformarse en uno de los mas macabros procesos de transformación forzada, forzada entre comillas, pues la libertad de elegir está siempre presente, pero con la tenue sombra del miedo permanente.

Una obra de teatro, donde la preocupación de la empresa por sus trabajadores, no es más que la preocupación por la producción de sus trabajadores, lo que no es extraño, ni tampoco resulta criticable, hasta cuando esta preocupación comienza a transformarse en una obsesión un tanto esquizofrénica, hasta el punto de controlar la sexualidad de sus empleados. Un texto fuerte, un golpe a un sistema, donde muchos, queramos o no, nos hemos transformado en un cómplice más de estos procesos.


En las tablas Taira Court, perdiendo su radiante rostro en escena tras escena. Una transformación de su alma reflejada en los ojos, la espalda, las manos y su voz que cambia momento a momento. Tras el escritorio, casi sin moverse, casi sin inmutarse ni cuando la ofensa viene con fuerza Kathy Salosny. Acá no hay transformación, ésta parece que fue antes. Ambas sosteniendo el agobiante texto de puertas interminables y ventanas como ratoneras. En la dirección Constanza Brieba para poner en escena este montaje crudo y de aquellos que corresponde ir a ver.

miércoles, abril 27, 2011

Las heridas del viento



¿Cuándo es el mejor momento para conocer a tu padre?
no sé la respuesta, pero una de las preguntas anclas que guían el rumbo de la obra de teatro "Las heridas del viento".
Hace unos días me senté en el teatro para verla. Un montaje íntimo. Demasiado. Y el descubrimiento del padre y sus secretos cuando éste había muerto. El recuerdo de la rigidez y la posibilidad de un amor fuera de casa, pero de un amor distinto, un amor homosexual, se transforman en las puntadas de cada escena compartidas entre dos personajes que en esta búsqueda de respuestas comienzan a conocerse.

Luis Gnecco y Paulo Brunetti en los papeles, de estos personajes humanos donde los prejuicios se apoderan de las primeras impresiones y los nerviosismos propios de la unión de estos mundos entre lo homo y lo hetero. Dos personajes y la distancia unidas por unas cartas de amor guardadas con un especial celo, por un mismo hombre, padre y amante, para la introspección de la vida de ambos y de quienes estábamos en las sillas observando.

Un texto de Juan Carlos Rubio que camina por las fibras finas de la relación entre el padre y el hijo, ya sea en la obra, ya sea en mi vida, donde el común juicio que pesa sobre las expectativas y la deuda de la crianza se ponen en la mesa para abordarse desde el amor y la comprensión.

Las heridas del viento, dirigida en Chile por Oscar Barney Finn, es un buen montaje, de los que me dejan con varias emociones al salir de la sala.

martes, marzo 29, 2011

Mis tardes con Margueritte



Qué hace un hombre contando palomas en una plaza. Poniéndoles nombres, haciendo una historia. Qué hace una mujer sentada en la misma plaza observando al contador de palomas. Qué ocurre cuando las miradas se cruzan, surgen algunas palabras y comienza un diálogo. Ocurre que las palomas seguiran viniendo a la plaza, pero este hombre y esta mujer caeran una amistad profunda, rica y conmovedora.


Mis tardes con Margueritte (La tête en friche), es una cinta francesa. De naturaleza bella, es de esas historias que me aprietan la garganta y me mueven el espíritu. Película sin pretenciones de profundidad de pasajes inentendibles y mensajes subliminales; por el contrario, una historia simple y directa, con diálogos cotideanos e hilos que tejen las vidas de un obrero cincuentón y de una culta anciana. De un Gerard Depardieu y una Gisele Casadesus (a sus 95 años) en una actuación brillantes para dar el peso y la emoción a la obra del país galo. Hermosa película que recomiendo.

Vale la pena sentase a ver los diálogos de esta cinta y entregarse en el sentimiento profundo de la vida que cambia en medio de las conversaciones con las palomas, esas mismas de las plazas, que son café, blancas y grises. Las mismas que llegan en la tarde a picotear algunas migas mientras un hombre las cuenta y una mujer observa.


Recomendada
.


lunes, enero 17, 2011

Diatriba de victoria para el coro entre máquinas y un desaparecido


Buscando en Wikipedia el significado de la palabra "diatriba" encontré esta definición:


"es un escrito violento, a veces injurioso, dirigido contra personas o grupos sociales".


Pues bien, harto de ello tiene la obra de teatro de Rodrigo Pérez "Diatriba de la Victoria". Una obra coral, que pone en una fábrica a cuatro obreras bajo el manto patente de la dictadura.

Pérez tomó tres textos para hacer esta pieza, la "Diatriba de la empecinada" de Juan Radrigán, un poema del psicoanalista Roberto Aceituno y el discurso de la victoria de Salvador Allende (más bien el discurso de ascensión de Allende en el Estadio Nacional), los que como un tejido van siendo declamados, dialogados, cantados y actuado por estas mujeres trabajadoras.

Un montaje con olor a ladrillo húmedo y polvo suspendido. Con la mirada penetrante de un reloj grande de pared. Una puesta en escena donde el texto es el protagonista, que con la fuerza de las intensidades golpea a quien lo escuche. Diálogos profundos de estas mujeres chilenas y universales, que en su pobreza y dolor no se resignan al destino truncado y en medio del sometimiento obligado, mantienen sus emociones libres, para revelarse y mandar a la chucha a cuanto peso les impida sentir amor.

En las obreras, Catalina Saavedra, Amparo Noguera, Gabriela Aguilera y Marcela Millie, quienes bajan un viejo interruptor para que las máquinas empiecen a moverse y la luz caiga más abajo de sus ojos, de sus hombros y manos y así reducir su vida a la mera producción de su trabajo. Obreras actrices notables, dulces en sus cantos, rudas en sus discursos.

La fábrica parece una pared y los diálogos aquellas proclamas que se escriben en ella. Así como se cruzan los textos, se sobreponen también las emociones, por un lado la esperanza de un pueblo y su futuro, por otro, el peso de ese instante interminable que acabó con la esperanza. En un tercer espacio, nosotros, el público, los que estamos en las sillas, mirando con la distancia de la historia a nuestro presente y con la emoción, en mi caso, de verme tomado y sentirme agredido por los textos iracundos de un diálogo desesperado.

Una de las obreras me grita desde su puesto de trabajo "...tráiganlo a combos, a besos, a patás, agárrenlo de las mechas, de los cocos, del alma, eso a mí no me importa, pero al Amor, me lo traen de vuelta a este país, cueste lo que cueste"...

Yo solo la miro. Siento.

Y no sé como traer de regreso a ese desaparecido.